Lo Fino: Comentario de Carlos Melián

Lo fino. Yo lo vinculo a la elegancia. La finura es femenina. Los hombres finos...bueno, ahora no sé muy bien que es un hombre fino, la verdad. Una mujer fina se sienta con la espalda estirada, y casi nunca parece cansada. Cuando parece cansada, agotada se vuelve muy atractiva, con una connotación erótica. Estas mujeres se cuidan el pelo, no siempre usan tacones. Usan poco maquillaje y perfumes. Que una mujer se planche el pelo, al menos en Cuba, se sale ya de la línea de lo fino, y entra en la de "lo miki". Poniéndome sincero, prefiero a las mikis. Las mujeres finas tienen un valor agregado secular, hay que saber apreciarlo. Las mujeres mikis pretenden lo fino de una manera inmediata y fallida, pero parecen menos problemáticas, parecen portar con menos exigencias. Lo cual es falso, y pura apariencia. Quizás las mujeres finas no les importe tanto el sexo como a las mujeres fiznas del universo miki. Yo soy un hombre y la mayoría de las veces los hombres pensamos con el pene. Me disculpo por ello. 

Ahora bien, lo fino en cuanto a arquitectura, a indumentaria, ¿qué significa para mí? Cuando viajo a la Habana siempre trato de quedarme en casas de mis amigos pobres. En esas casas todo es precario, uno puede encontrar a menudo equipos y objetos remendados. Esa remendabilidad, o condición de remendados, (que conozco por qué sé por qué se remiendan las cosas), los hace para mí objetos entrañables. Tengo muchos zapatos inservibles en mi casa porque me cuesta afectivamente botarlos a la basura. Casi todos han sido remedados por mí. También sé elaborar pantalones, y le tengo afecto a esos pantalones que he cosido. Así que esos espacios pobres, a medio hacer, remendados me hacen estar en confianza, me son cálidos. En esas casas de gente pobre, por demás, me atienden mucho mejor que en las casas donde he visto, de un modo casi obsceno, lo fino. Lo fino de veras.

Pongo un ejemplo. Hace un tiempo visité la casa de un arquitecto bastante célebre en Cuba. Las paredes estaban llenas de cuadros de los mejores pintores de Cuba. Para ver a ese señor, al que conozco y me conoce desde que yo era un niño tuve que hacer una cita. Fue amable conmigo, pero era una amabilidad de azafata, de buenos modales. En esa casa me daba miedo sentarme, o estropear algo. Los que habitaban la casa me trataban de una forma nerviosa, yo estaba importunándoles, quitándole su preciado tiempo, alejándolos de sus responsabilidades (que les permitían poder adquirir a precios elevadísimos esas obras de arte de losmejores pintores cubanos del momento). En esa casa había una sirvienta, y esa sirvienta me miraba como si fuera una zombi, como si ella no tuviera opinión sobre nada. Era una casa muy grata, ideal, la que todos queremos tener, pero había mucha frialdad en el ambiente, era una casa deshumanizada.

Hace un tiempo en una cola vi a dos haitianas (vienen mucho a Santiago de Cuba a comercializar ropa, es un negocio ilegal) estaban mal vestidas, una tenía pelos en la barbilla. Eran tan pobres o más pobres que las mujeres cubanas, sus cuerpos eran feos, toscos y hablaban en ese francés tosco, muy diferente al de las películas francesas o belgas. En un primer momento percibí aprensión, una aprensión consciente, económica, fascista, en un segundo momento comencé a escuchar una segunda señal, la señal de mi corazón y sentí afecto.

Para terminar esta encuesta, hice lo siguiente, leí desde el principio hasta el párrafo anterior y estas son mis conclusiones: lo fino para mí expresa el individualismo más tremendo. Lo tosco y lo pobre, lo kitsch, expresa la cultura popular, las taras económicas y educacionales, y el resultado de todo esto es la solidaridad y calidez que en ciertos grados de precariedad surge entre las personas. Yo defiendo sobre todo esta solidaridad. Esta solidaridad es cálida para mí. Esta solidaridad implica mucho más fidelidad que la que observo y percibo entre la gente fina, emprendedora, exitosa, enfocada. Cuando me atrae una mujer fina sudada, orinando, o llorando, quizá me atrae verla en un estado de precariedad. Todos somos precarios. Quizá lo fino pretende hacernos creer que nada es precario. Que el ser humano venció sobre el caos, y la precariedad.

Un amigo mío dice que la mejor manera que existe de sacarse a una mujer, idealizada, de la cabeza. La mejor manera de comenzar a olvidarse de ella, y bajarla de un pedestal es imaginársela cagando.     

Carlos Melián, periodista y realizador, Santiago de Cuba